En un entorno laboral en continuo cambio, marcado por el rápido avance de la tecnología y la evolución constante de las competencias requeridas, las microcredenciales se presentan como una respuesta innovadora a la creciente demanda de formación continua.
Sin embargo, poco se sabe sobre esta herramienta. ¿Cuáles son las normas que las regulan? ¿Por qué están ganando popularidad? Y ¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan?
Antes de nada, las microcredenciales son certificaciones que reconocen habilidades específicas adquiridas a través de cursos cortos o talleres, a diferencia de los títulos universitarios o de FP, que requieren años de estudio. Según la Comisión Europea, su contenido formativo no debe sobrepasar las 150 horas, lo que permite completarlas en semanas o meses, ser flexibles y adaptarse a las cambiantes necesidades del mercado, permitiendo un aprendizaje personalizado.
No obstante, aún no existe un marco normativo claro en Europa para guiar el desarrollo de las microcredenciales, solo un compromiso internacional con la formación continua y accesible, apoyándose en la formación de calidad a lo largo de toda la vida, que se ve respaldado por iniciativas como la Agenda 2030 de la ONU o por el Pilar de Derechos Sociales de la UE.
Sin embargo, esto no debe entenderse como una dificultad, sino como una oportunidad para desarrollar un entorno propicio para que el mundo de la educación --formación profesional y universitaria-- y el de la empresa, encuentren un espacio común en el que poder colaborar en el diseño de cada microcredencial.
Esto debería dar como resultado una amplia oferta formativa pedagógica muy específica, de corta duración y permanentemente actualizada.
Una herramienta para los nuevos tiempos
Esta posibilidad cobra una importancia crucial dada la capacidad de las microcredenciales para, como decíamos, dar una respuesta rápida a un entorno laboral cambiante.
Más en detalle, la rápida evolución de la industria, impulsada por la digitalización, la automatización y la globalización, ha generado una demanda creciente de habilidades específicas.
De acuerdo con un informe de McKinsey, se estima que cerca del 40% de los trabajadores necesitarán recualificarse en los próximos años como resultado de cambios en el mercado laboral.
Por otro lado, el plan de acción diseñado por Europa para desarrollar su Pilar de Derechos Sociales requiere, por ejemplo, que en 2030 el 80% de sus ciudadanos hayan adquirido competencias digitales básicas y el 60% de los adultos europeos participe en actividades formativas al menos una vez al año.
Así pues, ante este escenario, es preciso encontrar los mejores cauces par a la formación continua y las microcredenciales son, sin duda alguna, una forma eficiente de conseguir estos objetivos tan ambiciosos.
Una oferta formativa accesible, flexible y personal
Hasta aquí, lo que son las exigencias propiamente dichas de la nueva configuración del mercado laboral. Si bien, debemos pensar también cuáles son las necesidades propias de los individuos y de las empresas.
Al respecto, la flexibilidad con la que se diseñan las microcredenciales, unida a su corta duración, las hacen accesibles a una amplia gama de personas, incluidos aquellos que no pueden comprometerse a estudios a tiempo completo.
Gracias a la proliferación de plataformas de educación en línea –como Coursera, edX y Udacity–, el acceso a cursos de calidad es más fácil que nunca.
Así, un profesional que trabaja a jornada completa puede aprender habilidades nuevas en función de su propia agenda, lo que hace que esta formación sea más inclusiva y adaptable a diferentes estilos de vida.
Además, las microcredenciales permiten una completa personalización del proceso formativo, ya que cada persona puede elegir qué habilidades o áreas específicas desea desarrollar, potenciar o actualizar.
Sin embargo, nada de esto sería útil si no esa formación no pudiera ser reconocida. De nuevo, las microcredenciales acreditan y validan las habilidades adquiridas frente a terceros, lo que es beneficioso tanto para los empleadores como para los trabajadores.
¿La solución al problema de las vacantes?
A la vista de todas estas cuestiones, cabe preguntarse si las microcredenciales están llamadas a solucionar problemas acuciantes del mercado laboral actual, como la falta de perfiles para cubrir gran número de vacantes.
En este sentido, podemos decir que, en pocos años, las ofertas y demandas de trabajo en base a competencias serán la única manera de cubrir vacantes y que las microcredenciales serán, al menos, una forma rápida de buscar el emparejamiento.
Esto implicará afrontar una serie de retos. Por ejemplo, no contamos con un marco normativo claro que proporcione seguridad jurídica a las microcredenciales, lo que requeriría revisar toda la normativa vigente o desarrollar una nueva, para realizar una implantación homogénea en todo el país, de forma que pueda asimismo tener validez en la UE.
Asimismo, resulta imprescindible que las microcredenciales se coordinen con la formación formal ya existente (universidad, FP y empleo) para evitar la creación de múltiples sistemas paralelos, intentando conseguir la complementariedad entre todos ellos.
Otro de los grandes retos a los que se enfrentan las microcredenciales es la falta de medios humanos y técnicos con los que cuentan actualmente las entidades formativas, lo que va a dificultar su pleno desarrollo y propiciar que determinados centros de formación sin demasiada estructura puedan realizar microcredenciales con una calidad dudosa.
Por último, va a ser muy importante que las microcredenciales sean ampliamente conocidas, valoradas y reconocidas por las empresas y trabajadores. En la actualidad no es así, lo que está generando cierta falta de confianza y un bajo nivel de adopción.
La pregunta entonces es ¿cómo podemos hacer para lograr una implementación efectiva de las microcredenciales en España? Se trata ahora de trabajar entre todos para ofrecer esa respuesta.
Juan Carlos Tejeda Hisado
Director del Departamento de Educación y Formación de CEOE
Fuente: CEOE.