Según datos de EUROSTAT la tasa de participación en España de adultos en edad laboral en procesos de formación continua fue del 10,5% en 2018, inferior a la media de la UE (11,1%) y muy por debajo del 25% de los países nórdicos.

Es urgente implementar en España una hoja de ruta para que, la formación continua, sea obligatoria para empresas y trabajadores, garantizando la actualización de conocimientos y la empleabilidad.

Un año más, el Foro de Empresas Innovadoras (FEI) ha agradecido el trabajo de innovación de profesionales y entidades con la entrega de sus Reconocimientos.También ha presentado el libro “El papel de la formación continua en el proceso innovador: contexto, tipología y caracterización”.

Luis Fernando Álvarez-Gascón, Presidente de la entidad, ha destacado que la formación continua influye positivamente no sólo en la tasa de empleo, también es una cuestión de alfabetización de la sociedad para el desarrollo colectivo. Esta herramienta, básica para mantener la competitividad de las empresas y organizaciones ante la revolución digital, está estrechamente asociada al esfuerzo innovador. En este sentido, el libro del FEI analiza la situación actual de España en cuanto a la formación continua, recomendando posibles iniciativas dirigidas a conformar una fuerza laboral preparada para trabajar en un mercado global y digital, y en el nuevo modelo productivo que requiere España.

Según datos de EUROSTAT (2019), correspondientes a 2018, la tasa de participación en España de adultos en edad laboral (25-64 años) en procesos de formación continua fue del 10,5% en 2018, cifra inferior a la media de la UE (11,1%) y muy por debajo a la de los países nórdicos, que superan el 25%. Las empresas con más de 250 empleados son las que ponen mayor énfasis en el proceso de formación continua en toda Europa. En nuestro país, es de hecho un hándicap para los colectivos que trabajan en pequeñas empresas, que son la mayoría. En general, las PYMEs están mucho menos implicadas que las grandes empresas en proporcionar formación continua a sus trabajadores, por lo que será necesario recabar el apoyo necesario para que las primeras puedan equipararse con las segundas.

Existe una brecha de formación continua en España entre dos colectivos: un colectivo favorecido (personas, sobre todo mujeres, con edad inferior a 55 años, trabajando en una gran empresa y con nivel educativo alto), y un colectivo desfavorecido (personas, sobre todo hombres, con edad superior a 55 años, trabajando en una pequeña empresa y con nivel educativo medio o bajo). Según los últimos datos de la FUNDAE, el 83% de las microempresas de menos de 10 trabajadores continúan sin tener planes de formación para sus empleados. De las 1.696.281 empresas potencialmente beneficiarias de este sistema, tan sólo 360.052 han realizado formación bonificada. Es decir, sólo el 21,22%.

Impacto de la formación en la innovación

El papel de la formación continua en el proceso innovador es clave, no sólo para que una persona pueda ejercer sus funciones en el puesto de trabajo o para conseguir uno. También es necesario como obligación de las administraciones públicas (AAPP) para preparar a la sociedad en el uso de los servicios públicos de cara a su desarrollo colectivo. En ambos casos, tanto la formación continua orientada a los ecosistemas empresariales y focalizada en el empleado o futuro empleado, como en su vertiente social, focalizada en el ciudadano, existe una fuerte interacción con el proceso innovador.

El análisis DAFO realizado por el FEI sobre la situación de la formación continua en España y su relación con el proceso de innovación, presenta un cúmulo de debilidades y fortalezas sobre las que se señala la necesidad de que las AAPP actúen diseñando e implementando planes precisos. Es necesario que los organismos competentes contemplen la incorporación del derecho y la obligación de la formación continua a la legislación laboral, reservando para ello trabajadores y empresas parte de la jornada laboral.

En este sentido, algunas de las recomendaciones que propone el FEI a las administraciones e instituciones públicas y privadas para mejorar la situación actual de la formación continua son:

- poner en marcha un sistema obligatorio de garantía de actualización de conocimientos asociados a la obtención de titulaciones académicas oficiales;

- establecer programas de formación continua basados en un partenariado de empresas con entidades académicas para asegurar el reconocimiento académico de los estudios en caso de superación de las pruebas de evaluación correspondientes;

- promover que la empresa, sobre todo las PYMEs, así como los centros tecnológicos, puedan asumir responsabilidades en la impartición de titulaciones de formación profesional (FP2);

- creación de una carta de conocimientos actualizados del trabajador en la UE validado por los gobiernos a efectos de facilitar la movilidad, etc.

Para más información sobre medidas y propuestas: http://foroempresasinnovadoras.com/

La rápida evolución de la tecnología y los subsiguientes cambios organizativos provocados por ella en entidades públicas y privadas, requieren disponer de una mano de obra cualificada con las habilidades y competencias necesarias para facilitar un proceso continuo de innovación. Sin personas con las competencias adecuadas, no dispondremos de entidades y actividades competitivas, y no seremos capaces de mantener el empleo cualificado en un escenario de gradiente cambio tecnológico tan elevado.

Formación, innovación y empleo de calidad

La formación continua individual no es suficiente para que un país sea innovador. Para ello, es necesario extender esa capacidad derivada de la formación al conjunto de personas implicadas en el proceso innovador. La repercusión de la innovación en el desarrollo empresarial de un país y en el empleo de calidad podemos apreciarlo en la siguiente tabla, en donde se compara a España con Suecia y Finlandia, países que destacan como líderes en innovación de la UE, y Finlandia sobre todo en los indicadores educativos, según el European Innovation Scoreboardde 2020.

Del análisis comparado obtenemos las siguientes conclusiones:

- España está muy alejada en relación con las patentes (indicador 3.3.1.) o en el aprendizaje a lo largo de la vida (indicador 1.1.3.), en las que Suecia y Finlandia mantienen un fuerte liderazgo como países innovadores. El caso de la formación continua es muy relevante porque indica una estrecha interacción de la formación con el proceso innovador.

- En relación con el empleo en actividades intensivas en conocimiento (indicador 4.1.1) también España está en peor situación, aunque en el caso del empleo en empresas de rápido crecimiento de sectores innovadores (indicador 4.1.2.) es Finlandia quien ocupa la peor posición.

- España no aprovecha para el proceso innovador el elevado número de doctores generados actualmente debido, en parte, a que éstos se producen en áreas alejadas de STEM, y por otra parte a que la industria española no realiza una actividad en la que aproveche ese tipo de formación.

Otras conclusiones que deberían servir de base a España son:

- Tanto Suecia como Finlandia consideran el esfuerzo en educación superior un elemento clave considerado como un servicio público gratuito que debe servir de base para mejorar la posición innovadora del país.

- En ambos países existe cooperación en la formación reglada entre empresas y centros universitarios o escuelas de ingeniería.

- El esfuerzo desde el punto de vista de la innovación en su relación docente con el sector empresarial se centra en los estudios de máster más que en los de doctorado.

- Los estudios de postgrado, sobre todo en el ámbito STEM, prestan atención a la formación en base a aprendizaje sobre proyectos; la inclusión curricular de la innovación y el emprendimiento tecnológico de forma transversal; el énfasis en el emprendimiento; y las prácticas en empresas orientadas a los intereses de las mismas.

- Especialización curricular de cada universidad en áreas concretas en las que se logre un partenariado estable con empresas locales y nacionales para asegurar la empleabilidad de los graduados.

- La cooperación universidad-empresa en la formación reglada se complementa con el uso de modelos de formación a lo largo de la vida, orientados al emprendimiento y la innovación, en estrecha interacción con el sector empresarial.