“La inversión en talento es una apuesta por el desarrollo del país, las empresas generamos perfiles profesionales relevantes y con un claro retorno social”.
Las empresas no paran de adaptarse a numerosos cambios y estos se dan con mayor frecuencia, profundidad y velocidad. Uno de ellos afecta de forma directamente a los trabajadores que se encuentran en búsqueda activa de empleo: las compañías buscan perfiles cada vez más específicos y cualificados en materias muy determinadas y se enfrentan a un escenario en el que encontrarlos es cada vez más complicado.
Ante este contexto, las empresas han decidido cambiar la estrategia, apostando, en este caso, por ser ellas mismas quienes brinden esa formación específica que necesitan para sus empleados. Capital analiza la importancia de la formación en las empresas junto a Ana Villalba, directora de Formación de Accenture en España, Portugal e Israel, y Ana Luna, responsable de Learning y Development de KPMG en España.
Disminuye el gasto en formación por trabajador
Según los últimos datos publicados en la Encuesta anual de costes laborales, elaborada por el INE, el gasto de las empresas en formación por trabajador ha ido disminuyendo durante los últimos años. En España, en 2019 las compañías gastaron, de media, 77,48 euros por empleado en esta partida, mientras que en 2020 fueron 55,57 euros y en 2021, un total de 60,51 euros, probablemente incentivado por la irrupción de la pandemia, tal y como afirman desde Fundae, la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo.
Con estos datos sobre la mesa, se puede afirmar que la formación de los trabajadores no se encuentra entre los principales gastos de las empresas: esta cuestión supone un 0,18% del coste bruto medio de un trabajador (siendo del 0,26% en el caso de la industria y del 0,17% en el de la construcción o los servicios).
Así, desde Fundae explican que 2021 supuso una fuerte recuperación de la actividad formativa empresarial, en la que realizaron formación un total de 322.767 empresas, es decir, 23.040 más que en 2020. De igual forma, también aumentó el número de trabajadores formados, que rondaron los 2,9 millones, y las horas de formación anuales, que se reparten en cursos de similar duración a los del año anterior.
En este sentido, la directora de Formación de Accenture en España, Portugal e Israel, recalca que, en el caso de su compañía, esto ha sido una evolución natural en la que han conseguido disminuir los costes de formación a la vez que aumentaban significativamente las horas de formación impartidas.
Esto se debe, entre otras cuestiones, a que las empresas están apostando más por las formaciones virtuales. Esto implica una reducción de costes en concepto de desplazamiento y, a su vez, un mayor aprovechamiento del tiempo, llegando así de forma más ágil a los empleados.
“Este fenómeno es lógico dada la coyuntura acontecida, durante el período pandemia y postpandemia, por lo que ahora hemos adoptado nuevos canales y metodologías de aprendizaje más eficientes, como el uso de aulas virtuales, donde conseguir un mayor número de personas sin necesidad de desplazamiento, logística y restauración asociada a las sesiones formativas”, explica la responsable de Learning y Development de KPMG en España.
¿Sobrecualificación de los trabajadores o baja cualificación de los empleos?
En base a las conclusiones del Informe CyD, que analiza los datos de la universidad, en 2021, España fue el país de la Unión Europea con un mayor número de trabajadores graduados superiores que ocupaban posiciones profesionales que no son de alta cualificación. En concreto, un 36,1%, frente al 22,1% del conjunto de la media europea.
Sin embargo, según los datos de Randstad, un 22% de las empresas españolas afirma haber dejado alguna posición sin cubrir por no haber encontrado el candidato ideal. Algo en lo que también coincide el Estudio de Proyección de Empleo, elaborado por ManpowerGroup, que ofrece un dato aún más preocupante: el 80% de las empresas españolas tiene dificultades para encontrar profesionales con las habilidades requeridas. El desajuste de talento en España vuelva a registrar su peor tasa de la historia.
Ante este esta situación, en la que España es el país de la UE con mayor número de sobrecualificados y en la que las empresas aseguran que cuentan con dificultades para encontrar profesionales, cabe preguntarse el origen del problema. ¿Sobrecualificación de los trabajadores o baja cualificación de los empleos?
Este desajuste de talento, tal y como expone la responsable de Learning y Development de KPMG en España, “se produce por una elevada y similar demanda de perfiles profesionales por parte de todas las empresas, predominantemente de perfiles STEM”. Algo en lo que también coincide la directora de formación de Accenture, quien entiende que actualmente asistimos a un cambio de era: “La evolución trepidante de las tecnologías y de los modelos de negocio que surgen gracias a ellas hacen que surjan, de modo constante, perfiles profesionales nuevos, y, por tanto, perfiles que no existen en el mercado laboral o sin la experiencia necesaria”.
Así, continúa, hablamos de una evolución de los tipos de empleo, donde las nuevas oportunidades requieren nuevas competencias y, ahora, la habilidad más relevante es la de “aprender a aprender”.
Y, aquí, las universidades también tienen su reto. Los centros universitarios no son capaces de generar el número y tipo de perfiles que demandan las compañías y, aunque cada vez más comienzan su adaptación a perfiles digitales y preparan a los alumnos que empiezan a salir al mercado en esta dirección, “el ritmo de la demanda no es el mismo que el de la oferta”.
De este modo y, según advierte Ana Villalba, España aún tiene un reto por resolver, el de mejorar la velocidad de adaptación de nuestro sistema educativo universitario y de formación profesional: “Adaptarse a la evolución constante que surge en el mundo laboral pasa por llevar a cabo planes de formación del profesorado más ambiciosos y que se actualicen, al menos, anualmente”.
La importancia de la apuesta corporativa
Hace falta una inversión real en la reconversión de personas activas en la misma empresa, donde, atendiendo a sus motivaciones y capacidades y alineándose con la estrategia de las compañías, se puede conseguir cubrir una parte de esas necesidades con el propio personal de la compañía. Así lo entiende la responsable de Learning y Development de KPMG en España, quien añade que “las personas son el valor más estratégico que poseen las empresas” y que, si la estrategia de la empresa evoluciona con el entorno, es imprescindible que las personas se adapten y se anticipen.
Por ello, continúa la directora de Formación de Accenture en España, Portugal e Israel, “tener a nuestro talento preparado para lo que tenemos ahora mismo y para lo que va a venir puede marcar la diferencia a la hora de crecer y evolucionar como compañía. Asimismo, tener una apuesta firme por la inversión en desarrollar el mejor talento es una apuesta por el desarrollo del país. Las compañías somos generadoras de perfiles profesionales de mucha relevancia en el tejido profesional, con un claro retorno social como agentes de cambio”.
“La formación y el aprendizaje continuo de todos los empleados es lo que permite evolucionar de manera inteligente y motivacional a una empresa”, afirma Ana Luna.
Fuente: Capital.es