La pandemia del coronavirus no ha provocado una crisis homogénea. Un fenómeno exógeno como el coronavirus no se caracteriza por afectar de la misma manera a cuestiones esenciales como la sanidad, la economía o el empleo. No obstante, sí ha demostrado una interdependencia entre ellos. Prueba de ello han sido los confinamientos domiciliarios que han demostrado el difícil equilibrio entre preservar la salud y salvaguardar el bienestar económico. Si bien el año 2021 promete ser esperanzador para el sector sanitario con la implementación de las vacunas, el mercado laboral tiene por delante un desafío mayúsculo: encontrar su propia cura.

Para todos los países en general, pero para España en particular, es indudable que 2020 ha sido un año para olvidar en materia laboral. Según Eurostat, España ha liderado en 2020 el desempleo en la Unión Europea con una tasa superior al 16% (la media de la zona euro es de 8,4%). Las cifras más preocupantes, sin embargo, se han registrado en el paro juvenil. La media de jóvenes –menores de 25 años– sin trabajo en la zona euro es del 18%, mientras que en España la tasa supera el 40%.

Lo cierto es que las empresas españolas, que hasta 2020 habían enlazado más de un lustro de crecimiento económico, se han encontrado ante la tesitura de replantear sus estrategias, adaptar sus respectivos modelos de negocio y adoptar medidas eficaces para superar el impacto de la crisis económica. Datos como los de Eurostat refuerzan la necesidad de desarrollar y proponer soluciones innovadoras que permitan a la población activa adaptarse al mercado laboral post-pandemia. En definitiva, urge desarrollar la vacuna del sector laboral.

El "Informe Infoempleo Adecco 2019", publicado durante el curso 2020, destaca que la formación y la educación son los principales condicionantes para la empleabilidad. Por empleabilidad se entiende la capacidad de un profesional para entrar en el mundo laboral, integrarse y mantener una posición estable en el mismo. Para ello, no solo es necesario conservar un atractivo diferencial, sino que es imprescindible saber adaptarse al ritmo de los acontecimientos. En otras palabras, la empleabilidad es un proceso que contempla fases a corto, medio y largo plazo. No es lo mismo desarrollar una capacidad de inserción laboral al finalizar los estudios universitarios que, tras años de experiencia, saber desenvolverse y diferenciarse en el entorno profesional. De hecho, según se avanza en el mercado laboral, cobran mayor importancia las habilidades y capacidades desarrolladas en el ejercicio de funciones, los cursos de postgrado, los másteres especializados o el aprendizaje de idiomas.

En este sentido, el estudio destaca que la pandemia del coronavirus ha catalizado una tendencia clave en el mundo laboral: la formación ya no acaba donde comienza el empleo. La frontera que antaño dividía el aprendizaje del mundo laboral, como si se tratase de dos compartimentos estancos, se ha derribado. Sin embargo, al mismo tiempo, el coronavirus ha propiciado la obsolescencia de una gran cantidad de puestos de trabajo. Según las estimaciones del Foro Económico Mundial, para 2025 un total de 85 millones de empleos habrán quedado obsoletos. No obstante, la organización concluye que la presente revolución digital creará casi 100 millones de empleos nuevos en el mismo plazo de tiempo. Un balance, a priori, positivo.

El eslogan de esta transición parece claro: reinventarse o desaparecer. Y demuestra, además, que la formación y el empleo irán de la mano ahora más que nunca. Dos estrategias poco manidas en el panorama laboral actual, pero cada vez más demandadas por las empresas, son el upskilling y el reskilling. Ambas tienen por objeto fomentar el aprendizaje continuo, paralelo al desempeño de funciones profesionales.

El upskilling - perfeccionamiento profesional – consiste en aprender capacidades adicionales para el desarrollo de nuevas competencias. Puede ser la empresa quien invierta en el upskilling de sus trabajadores; o bien pueden ser los propios profesionales quienes inviertan por cuenta propia en ampliar sus conocimientos. Es decir, el beneficio para las empresas pasa por construir una fuerza de trabajo mejor preparada para el futuro; y el provecho individual para los trabajadores pasa por mantener sus habilidades a un nivel relevante en un entorno incierto y cambiante. El upskilling podía pasar desapercibido hace unos años, pero la creciente digitalización, automatización y la disrupción de la Inteligencia Artificial es una realidad que convierte el upskilling en necesidad primordial.

El objetivo del reskilling – reciclaje profesional – es potenciar la versatilidad de los empleados. A diferencia del upskilling, esta técnica consiste en potenciar la adaptación de los trabajadores a distintas necesidades laborales dentro del entorno empresarial.

De acuerdo con el "Informe de Empleos Emergentes 2020" publicado por LinkedIn España, se confirma la evidencia de que tanto el upskilling como el reskilling son la apuesta del futuro inmediato. El entorno laboral en España camina, según apunta el informe, hacia "estructuras líquidas, con equipos altamente especializados, pero con una gran capacidad de adaptación al devenir de su empresa". El informe establece un ranking de los 15 empleos emergentes liderado por el especialista en Inteligencia Artificial (crecimiento anual del 76%), el desarrollador de Salesforce (crecimiento anual del 75%) y el especialista en "Customer Success" (crecimiento anual del 70%).

Es probable que las generaciones jóvenes se adapten al mercado laboral emergente de una manera mucho más eficiente si estudian grados universitarios u ofertas de formación profesional adaptadas a las necesidades reales de las empresas. Sin embargo, los trabajadores que copan actualmente el mercado laboral – generaciones adultas asentadas en sus puestos de trabajo – son los que tienen un reto igual de importante por delante: adaptarse a una realidad que les exigirá aprender y renovarse para crecer.