La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, ha participado en la clausura del acto de presentación del Estudio de fundamentación para la Ley de Usos del Tiempo y racionalización horaria.
El documento, coordinado por la Time Use Initiative (TUI), constata la necesidad de una regulación suficiente, transversal e integrada en una norma única que equilibre los usos del tiempo en España para que contribuyan directamente a mejorar la salud de las personas trabajadoras, la igualdad, la conciliación y la corresponsabilidad social, la productividad y la eficiencia de las empresas y organizaciones y la sostenibilidad medioambiental y social.
“Nuestra legislación sobre tiempo de trabajo debe establecer reglas de funcionamiento rotundas y claras, que impidan las jornadas infinitas. Debe ser una legislación que consolide la flexibilidad ante los imprevistos, o las necesidades puntuales, tanto de las empresas como de las personas trabajadoras”, ha explicado Yolanda Díaz.
Según el estudio, la futura regulación debería regular un mínimo común para todas las personas trabajadoras, dejando espacio a la negociación colectiva. “Necesitamos una nueva regulación del horario de trabajo que establezca con rotundidad los límites infranqueables: la salud, la igualdad y la dignidad del trabajo”, ha recalcado la vicepresidenta.
En este sentido, el estudio plantea 22 medidas en el ámbito laboral y 84 medidas multisectoriales para asegurar una organización del tiempo equilibrada, tal y como define la Organización Internacional del Trabajo.
El documento ha contado con la colaboración de más de 60 personas expertas españolas y del ámbito internacional y también se han escuchado a las organizaciones sindicales y empresariales.
Objetivos de regular los usos del tiempo
La futura regulación ha de garantizar el derecho a tener unos usos del tiempo más equilibrados, reduciendo el malestar horario que sufren buena parte de las personas trabajadoras y que permita mejorar la calidad de vida y reducir la denominada pobreza del tiempo (no tener tiempo para uno mismo).
Es necesario actualizar el modelo horario actual preindustrial, diseñado en el siglo XIX basado en las 8-8-8 horas y adaptarlo a una cultura del trabajo que está en evolución y a la que son sensibles, especialmente, las personas jóvenes que son muy conscientes de que el número de horas trabajadas y la forma en que están organizados afecta significativamente no solo la calidad del trabajo, sino a la vida fuera del lugar de trabajo, además, tiene una influencia en la salud física y mental y el bienestar de las personas trabajadoras.
En clave empresarial, el uso del tiempo es clave para la productividad. Se trata de buscar un equilibrio entre vida y trabajo, como ya reconoce la “Guía de la ordenación del tiempo de trabajo” de la Organización Internacional del Trabajo (2019) para tener un trabajo decente.
Un tiempo de trabajo más equilibrado permitirá mejorar la productividad individual y empresarial y la retención del talento, aumentando las condiciones de trabajo, reduciendo accidentes laborales, estrés, bajas, y al mismo tiempo, aumentando la satisfacción de la persona trabajadora.
También responde al reto del cambio climático ya que contribuye al ahorro energético. Una organización del tiempo de trabajo más racional va directamente relacionada con la apuesta por las políticas de proximidad, sostenibilidad y digitalización, que permitirán ahorrar desplazamientos innecesarios y emisiones de CO2, entre otros beneficios.
Facilita la conciliación y la corresponsabilidad. Es necesario encontrar una organización del tiempo más igualitaria, que democratice el tiempo libre, especialmente para mujeres y personas con menos recursos. Solo así se reducirá la pobreza de tiempo y se aumentará el bienestar individual y global. En este sentido, Yolanda Díaz ha subrayado que “nuestro modelo humano y familiar no es el protagonizado por una madre coraje y resignada. Por ello necesitamos alterar el sistema de organización del tiempo de trabajo en España”.
La cultura y organización del tiempo actual no permite un descanso apropiado y afecta a nuestra salud física y emocional. Si queremos tener mejor salud, necesitamos una racionalización horaria que responda a estos criterios, especialmente al definir horarios laborales.
La flexibilidad pactada sobre el tiempo de trabajo no debe suponer mayor disponibilidad de la persona empleadora sin un acuerdo previo y sin medidas equitativas que también den una mayor autonomía a la persona trabajadora. Además, da certezas y previsibilidad en la ordenación del tiempo de trabajo cuyas fronteras se están desdibujando.
Mejorar los usos del tiempo permite fortalecer la democracia y la participación. Una sociedad que no dispone de tiempo libre, no puede participar en la vida comunitaria. Como reconoce un estudio del consejo económico y social europeo, la falta de tiempo afecta a la capacidad de la ciudadanía de poder participar en procesos políticos y comunitarios.
Medidas en el ámbito laboral
El estudio plantea una batería de medidas en el ámbito laboral, entre ellas:
Reducción y racionalización del tiempo de trabajo: con reducción de jornada, compactación horaria, limitando las interrupciones dentro de la jornada diaria y descanso semanal de 2 días.
Previsibilidad del tiempo de trabajo para las personas trabajadoras: definición de calendario laboral, horarios, turnos de trabajo, tiempo parcial, y trabajo evitando jornadas imprevisibles.
Mayor flexibilidad en la gestión del tiempo de trabajo para las personas trabajadoras: modificación derecho adaptación de jornada y reducción de jornada para incluir expresamente derecho a bolsas de horas flexibles u horarios individualizados y excedencia para formación.
Ordenación del tiempo de trabajo con participación de la representación de las personas trabajadoras introduciendo, por ejemplo, planes de mejora de la organización del tiempo de trabajo y usos del tiempo. Así mismo se procurará evitar el trabajo nocturno y a turnos.