Las continuadas subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) desde 2018, que ha aumentado un 30,2% ajustado a la inflación, afectan de manera especial a las pequeñas y medianas empresas que, por su reducida estructura, su menor productividad e inferior aprovechamiento de las economías de escala tienen menores recursos para sumir este incremento de costes laborales.

El propósito de elevar el SMI, sin tener en cuenta el artículo 27 del Estatuto de los Trabajadores que lo determina, e incrementarlo por encima incluso del 60% del salario medio provocaría que en las pequeñas empresas alcanzara el 70% de su salario medio y en algunos territorios supera incluso el 80% del medio provincial. Estos incrementos generan grandes implicaciones en la negociación de los convenios colectivos, desactivando convenios ya pactados por sindicatos y empresarios, además de tener fuertes consecuencias en la llamada España vaciada. El informe Repercusión de la subida del SMI en la pyme española, elaborado por el Servicio de Estudios de CEPYME, analiza el impacto para la pyme tomando como escenario un posible aumento del 5% del SMI.

Hay que recordar que este incremento del SMI entraña un coste salarial para la empresa hasta un 75% más elevado. El coste salarial mínimo mensual para la empresa puede estar entre los 1.740 euros y los 1.824 euros, dependiendo de la cotización por accidentes de trabajo. Es decir, que el coste salarial efectivo mensual es entre un 67% y un 75% más alto que la cifra del salario mínimo.

Desde CEPYME se recuerda que la subida del salario mínimo ha de ser acorde, como establece el Estatuto de los Trabajadores, también a las condiciones de la coyuntura, que dibuja un escenario claro de desaceleración, y a la productividad. A este respecto, España ha sufrido una caída del 3,8% desde 2018, coincidiendo con el período de fuertes incrementos del SMI. Esta caída de la productividad contrasta con un incremento medio del 4,6% en los países más avanzados, lo que revela una pérdida de competitividad de nuestro país y un entorno menos favorable para la actividad productiva. De hecho, España no solo ha registrado uno de los incrementos más fuertes de la UE, sino que, en relación con su productividad, tenemos el segundo SMI más caro de la Unión Europea.


Fuente: CEPYME