La actividad económica ha venido mostrando cierta inercia apoyada por los efectos del turismo en la temporada estival, pero la incertidumbre está lastrando las decisiones inversoras de las empresas que afectan al empleo y todavía cabría esperar una pérdida de dinamismo mayor a partir del otoño.
Así lo ponen de manifiesto los 185.385 afiliados menos y 24.826 parados más en el mes de agosto, confirmando la desaceleración del ritmo de creación de empleo que veníamos apuntando en meses anteriores, en un mes tradicionalmente negativo por razones estacionales.
La caída de la afiliación es notablemente mayor que la de los años prepandémicos -2014 a 2019-, cifrada en 162.056 personas, y alcanza a la gran mayoría de los sectores de actividad y a 13 de las 17 comunidades autónomas, así como a Ceuta y Melilla.
Por su parte, el aumento del paro, pese a afectar a la generalidad de sectores y colectivos, resulta inferior a la media en los años prepandemia, situada en 32.000, lo que puede atribuirse en cierta medida a la disminución de los trabajadores temporales y su cobertura a través de la figura del fijo-discontinuo tras la Reforma Laboral de 2021.
Aunque estamos en cifras históricas de afiliación en un mes de agosto -20.706.500- el frenazo en la creación de empleo resulta preocupante dado que nuestro país se sitúa a la cabeza del desempleo en Europa, con 2.702.700 desempleados.
Un mes más debemos recordar el papel de las empresas españolas en la creación de empleo y en la mejora de las condiciones laborales. Nuevamente hay que resaltar la caída de la temporalidad a mínimos históricos que roza el 14% de los ocupados en el sector privado, con especial incidencia en mujeres y menores de 30 años, todo ello frente a las elevadas e inaceptables cifras de temporalidad del sector público.
Por su parte, el Régimen de Autónomos cae en 10.945 personas en agosto, al tiempo que se mantiene el desplome del comercio hasta las 17.427 personas respecto al mismo mes del año anterior, datos que revelan la grave incidencia que están teniendo los incrementos de costes y la incertidumbre en la empresa de menor tamaño, predominante en España.