Los centros de estudios estiman que perderán el 90 por ciento de su volumen de negocio, y algunos tendrán que cerrar en julio y agosto.

El curso escolar ha terminado. Y es que este año es el primero que los alumnos no contarán con la tradicional repesca de septiembre y han tenido tan solo unos días para prepararse las recuperaciones. Así lo establecía la Ley Orgánica de Modificación de la LOE (LOMLOE) aprobada en 2020, que elimina la evaluación extraordinaria de septiembre y, por ende, amenaza la rentabilidad de las academias. Según estiman, el sector perderá este verano el 90 por ciento del volumen de negocio que tienen durante el resto del año, lo que les generará unas pérdidas que rondarán el 20 o el 30 por ciento de su caja anual. Tal es así, que la falta de estudiantes forzará el cese de actividad de algunos centros en julio y agosto.

Esta novedad de la reforma educativa se traduce en que el sector de las clases particulares pierde dos meses cruciales para su negocio, lo que tiene un impacto negativo sobre los profesores particulares, ya que muchos centros se han visto obligados a prescindir de sus empleados para el periodo estival, a los que reincorporarán a la plantilla cuando dé comienzo el nuevo curso.

Cambio de estrategia

En años anteriores, apenas notaban las diferencias: el verano guardaba muchas similitudes con el invierno. Por las mañanas, sus aulas estaban llenas, los directores de las academias necesitaban disponer del trabajo de todos sus profesores, y los cursos intensivos eran la tónica general. Pero, desde 2020, esto quedó en el recuerdo. La pandemia, como no podía ser diferente, marcó su actividad. Ya en 2021 vieron reducir su negocio, aunque algunas de las academias todavía contaban con cerca de 100 alumnos, mientras que este año ni siquiera confían en superar la veintena. “Llevamos dos años en los que poca gente se apunta a las academias en verano”, cuenta el director de una academia.

La supresión de las recuperaciones en septiembre exime a un único curso: primero de Bachillerato. Pese a ello, estos alumnos no son suficientes para garantizar la supervivencia de las academias en julio y agosto puesto que, por el momento, la mayoría apenas cuentan con 20 estudiantes matriculados, un número que es incluso mayor al que esperaban. “Este verano no va a haber rentabilidad”, garantiza la gerente de un centro de estudios.

De ahí que muchos vayan a realizar un cambio de estrategia para minimizar el impacto negativo sobre su negocio, y centrarán la oferta en repasar y en refuerzos de las disciplinas auxiliares como la lengua, las matemáticas o el inglés, unas materias para las que los estudiantes de Secundaria pueden necesitar preparación para el próximo curso.

A su vez, al ser este el primer verano sin la repesca de septiembre, afrontarán estos meses como un periodo de transición en el que estudiarán nuevas vías de negocios que poner en marcha el siguiente curso. “Tendremos que cerrar y trabajar solo los meses de colegio, o encontrar algo que haga que merezca la pena subir la persiana y darle al aire acondicionado, con el precio al que está”. No obstante, no descartan la posibilidad de impartir talleres, realizar campamentos de verano o, incluso, optar por la preparación para pruebas libres de acceso.