Un informe de la UNESCO, la OIT y el Banco Mundial señala que la crisis sanitaria dificulta el desarrollo de la FP y la Formación para el Empleo, y ofrece consejos para afrontar los obstáculos que se presentan.
Los programas de formación profesional se han visto especialmente afectados por la pandemia debido a que comportan una formación práctica que en muchos casos no se ha podido adaptar a la modalidad remota, dejando pérdidas de aprendizaje importantes entre el alumnado, según el estudio Skills development in the time of COVID-19: Taking stock of the initial responses in technical and vocational education and training.
Elaborado por la Organización Internacional del Trabajo en colaboración con la UNESCO y el Banco Mundial, el informe basa sus resultados en una encuesta mundial a más de 1.300 proveedores de enseñanza y formación técnica y profesional (EFTP), lo equivalente en España a la FP y la Formación para el Empleo.
El estudio destaca que la mayoría de los centros no estaban preparados para responder a las restricciones impuestas por la pandemia, por lo que el 95% cerró completamente durante el confinamiento. Además, el 98% pospuso la formación basada en el aprendizaje en el trabajo a causa del cierre de las empresas, y el 78% canceló o postergó evaluaciones y exámenes de certificación.
Aun así, los centros formativos se adaptaron a marchas forzadas a la enseñanza a distancia mediante un "proceso de aprender haciendo". Los principales obstáculos que se presentaron al inicio fueron la falta de infraestructura tecnológica, de plataformas eficaces de formación profesional a distancia y recursos pedagógicos de calidad, así como de docentes y estudiantes con las competencias necesarias para la enseñanza-aprendizaje en remoto, apunta el informe.
El informe destaca que la enseñanza-aprendizaje en línea no incorpora fácilmente el desarrollo de habilidades prácticas para ciertas formaciones, por lo que es difícil replicar la experiencia del lugar de trabajo sin la realidad virtual y la tecnología de simuladores de realidad aumentada, "soluciones que a menudo están fuera del alcance de los centros formativos, especialmente en los países de ingresos bajos y medios".
Por ello, "ha sido complicado mantener la implicación de los estudiantes y asegurar la calidad en el formato del aprendizaje a distancia. Se ha visto también una falta de motivación entre los profesores y estudiantes, y por ende la tasa de abandono en este tipo de programas se ha incrementado", señala el estudio.
A pesar de las dificultades iniciales, la formación profesional a distancia se ha incrementado a raíz de la pandemia: antes de que apareciera el COVID-19 en escena, solo 13 de 92 países ofrecían formación profesional en línea regularmente; por el contrario, durante la pandemia esta modalidad formativa aumentó en 46 de 92 países.
Asimismo, la crisis ha dado lugar a innovaciones en la docencia y el aprendizaje en formación profesional. Por ejemplo, se han establecido altenativas formativas en línea para mejorar las habilidades digitales y de enseñanza a distancia del profesorado, se han grabado videos y tomado fotografías de las tareas prácticas realizadas en casa y se han transferido a plataformas virtuales. También se han desarrollado opciones de enseñanza-aprendizaje y evaluación flexibles, que van desde soluciones de alta y baja tecnología a no tecnológicas como, por ejemplo, el uso de la televisión para difundir conocimientos prácticos.
Además, se han establecido colaboraciones público-privadas, por ejemplo, para dotar de equipo digital a los docentes y a los estudiantes desfavorecidos. Algunos países han adoptado también nuevas medidas políticas para garantizar que los sistemas de formación profesional estén mejor preparados para futuras crisis.
"Los gobiernos y los centros deben invertir en el desarrollo y mantenimiento de un fácil acceso a plataformas y espacios de aprendizaje a distancia específicas para la formación profesional".
Recomendaciones para asegurar la formación profesional ante cualquier crisis.
El informe ofrece algunas propuestas para garantizar la formación profesional en tiempos de pandemia o una crisis similar. Entre ellas destacan las siguientes:
1. Priorizar la formación profesional presencial siempre que sea posible.
El informe señala que, siempre que sea posible, debe preservarse la formación presencial, en especial para las personas más vulnerables que no cuentan con dispositivos para formarse a distancia, y que por lo general son personas en el paro o con más necesidad de formación. Asimismo, el aprendizaje presencial también es necesario porque, en la mayoría de los casos, la formación práctica (en aulas, laboratorios y lugares de trabajo) no puede ser sustituida por el aprendizaje a distancia.
2. Invertir en el desarrollo de planes de respuesta a crisis como la del COVID-19.
Invertir en el desarrollo de planes para responder ante situaciones críticas como la del COVID-19, y que sean adecuados para la formación profesional, teniendo en cuenta que se debe prestar atención a la adquisición de habilidades prácticas y el aprendizaje basado en el trabajo. "En la medida de lo posible, estos planes también deben coordinarse con el sector privado, como proveedores de aprendizaje en el trabajo y como socios críticos en el sistema general de desarrollo de habilidades", apunta el estudio.
3. Desarrollar y reforzar las capacidades digitales de los docentes y estudiantes.
Tanto docentes como estudiantes deben adaptarse a circunstancias en constante evolución, ya sean las de la pandemia de COVID-19 o cualquier crisis futura. Esto incluye el desarrollo de habilidades digitales y adquirir capacidades de enseñanza-aprendizaje híbrida (blended-learning). Además, se puede fomentar el aprendizaje entre pares, tanto para los docentes como para los estudiantes, para el intercambio buenas prácticas en la educación a distancia.
4. Mejorar la infraestructura tecnológica de los centros.
Resulta indispensable que los formuladores de políticas y los centros busquen formas de mejorar la infraestructura tecnológica de estos, habilitar servicios asequibles, aumentar la competencia digital y apoyar a los colectivos vulnerables con dispositivos tecnológicos e internet.
5. Desarrollar plataformas de enseñanza-aprendizaje en línea adecuadas a la formación profesional.
Los gobiernos y los centros deben invertir en el desarrollo y mantenimiento de un fácil acceso a plataformas y espacios de aprendizaje a distancia específicas para la formación profesional, y que permitan realizar algunos aprendizajes prácticos a distancia (realidad virtual, por ejemplo). En esta tarea también se debe implicar a las empresas y otras partes interesadas en la formación profesional.
6. Colaborar con entidades privadas del sector de tecnología educativa.
También resulta importante que los centros formativos colaboren con empresas emergentes de tecnología educativa para poner en práctica las innovaciones que estas estén desarrollando, lo que podría beneficiar a ambas partes.
7. Garantizar el acceso a la formación a lo largo de la vida.
Para los autores del informe, los gobiernos deben centrar sus esfuerzos en difundir la necesidad de formarse durante toda la vida y ofrecer a las personas opciones tanto presenciales como en línea. En la aplicación de soluciones digitales, se deben tener en cuenta las posibles limitaciones de acceso que padecen determinados grupos de población.
8. Adaptar la formación a la situación cambiante del mercado laboral.
Con todo lo anterior, se podrá capacitar a jóvenes y adultos en función de las necesidades de habilidades actuales y futuras. Esto implica la evaluación rápida de las tendencias del mercado laboral y las necesidades emergentes de competencias, así como la adaptación ágil de los programas de formación en respuesta a esas necesidades.
9. Incorporar innovaciones en los programas de formación profesional.
En la formación profesional hay que innovar constantemente, tanto en nuevos programas de formación, plataformas de aprendizaje y recursos.
10. Fortalecer los sistemas de validación y reconocimiento de todas las formas de aprendizaje.
Para asegurar que la formación profesional sea útil para las personas es importante mejorar los sistemas de validación y reconocimiento de todas las formas de aprendizaje, incluidas las informales y no formales. El uso de micro credenciales e insignias digitales puede ayudar a mejorar la situación, así como el reconocimiento de competencias a través de los certificados de profesionalidad.
11. Invertir en la mejora de las competencias de las personas.
Ayudar a los trabajadores y las empresas a pasar de los sectores más afectados por el COVID-19 a los que están en expansión dependerá en parte de la capacidad del sistema de educación y formación para apoyarlos en esa transición. Por ello resulta importante que los países inviertan en sistemas de aprendizaje permanente con incentivos financieros y no financieros. Estas medidas deben complementarse con disposiciones de protección social y seguridad de los ingresos para permitir el aprendizaje y la transición a nuevos puestos de trabajo.