La crisis sanitaria ha manifestado la falta de dinamismo en el mercado laboral, en la que muchos sectores económicos se han visto fuertemente golpeados, en muchos casos debido a la falta de digitalización o una escasa implementación de nuevas tecnologías.
Para que la digitalización sea una realidad, la inversión tanto pública como privada debe encaminarse no solo a la adquisición de nuevo equipamiento, sino a la atracción y fidelización de personas capaces de liderar e implementar estas transformaciones.
Es por ello que el talento humano es fundamental para que la sociedad comience a visualizar y poner en valor la formación como pilar de cualquier crecimiento económico y bienestar social. Y así lo visualiza la Unión Europea, que a través de una importante inyección de fondos a los países de la OCDE busca desarrollar la FP a un nivel sin precedentes.
Se aprecia ya un cambio de paradigma en torno a esta formación. Su demanda por parte de las empresas fue en 2020 superior por primera vez a las titulaciones universitarias –un 40,1% frente al 33,7%–, según señala el informe de Infoempleo Adecco 2020.
La ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, ha señalado que estamos ante una oportunidad histórica para modernizar el sistema educativo y consolidar la transformación de la Formación Profesional, tan necesaria en nuestra economía, donde la tasa de paro juvenil roza ya el 40%, la más alta de toda Europa.
El plan de reforma integral de la FP comprende dos vertientes: por un lado, la gestión de los 2.075 millones de euros que recibirá del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía, con el fin de convertir la FP en una educación de calidad, flexible y personalizada; por otro, el anteproyecto de la futura Ley Orgánica de Ordenación e Integración de la Formación Profesional.
Esta nueva ley busca una formación práctica, ligada al contexto laboral y en estrecha colaboración con las empresas. De esta manera, el anteproyecto contempla que entre el 25 y el 50% de la formación del alumno consista en unas prácticas remuneradas en la empresa, un símil al modelo alemán, reconocido mundialmente como referente en formación dual.
Además, la nueva ley pretenderá agilizar la acreditación de las competencias, y se fomentará la colaboración con las universidades para que los alumnos de FP puedan cursar asignaturas optativas en las mismas, compartan sus espacios y faciliten los procesos de convalidación.
Por otra parte, se brindará al alumno la oportunidad de diseñar su itinerario formativo, y la ley contemplará la internacionalización de la formación, favoreciendo la movilidad del alumnado entre diferentes países y el desarrollo de proyectos de colaboración con centros extranjeros.
Sin duda, este plan enfrenta a los centros de formación, a las autoridades y las empresas a un gran desafío que busca posicionar a la economía española como un motor de desarrollo económico y social en el contexto europeo, a través de la promoción de la equidad y excelencia de nuestro sistema educativo, de la mano de la digitalización y nuevas formas de aprendizaje. La educación del futuro ha venido para quedarse.