A medida que evolucionan las demandas del mercado laboral, el desarrollo y el fortalecimiento de ciertas ‘power skills’ y habilidades duras adquieren una mayor relevancia frente a los títulos profesionales.
Junior, senior, senior manager, director… Abundan las categorías en el entorno laboral. No obstante, esta categorización de perfiles profesionales se está quedando cada vez más obsoleta a medida que evolucionan las demandas en el mercado laboral, ocasionadas principalmente por un mundo altamente digitalizado. Por ejemplo, a pesar de ser considerados como puestos junior, muchos pueden estar altamente capacitados en habilidades clave para desarrollar su trabajo y tener un perfil atractivo en el entorno laboral. Por otro lado, hay perfiles más senior que pueden haber quedado desfasados o no han tenido que desarrollar ciertas habilidades.
Esta situación se agrava más en las habilidades relacionadas con el mundo digital, pero las habilidades blandas (‘soft skills’ en inglés) también están ganando terreno, para optimizar la comunicación, el trabajo en equipo y el liderazgo. Estas se han convertido en auténticos valores diferenciales en el entorno laboral, evolucionando hasta posicionarse como habilidades de poder o ‘power skills’, como apunta el informe de ‘Tendencias de aprendizaje en el entorno laboral en 2022’. Capacitar a los empleados para que desarrollen habilidades de poder relacionadas con la comunicación, la colaboración y el liderazgo es fundamental para crear empresas flexibles y una sólida cultura corporativa en un entorno cambiante.
Ciertas habilidades no se han enseñado -ni se enseñan- en la educación obligatoria e incluso en las universidades, lo cual hace replantear a las empresas sus procesos de selección. De hecho, 8 de cada 10 directores de recursos humanos en nuestro país reconoce tener problemas a la hora de reclutar talento para la compañía, porcentaje que se ha disparado 30 puntos porcentuales en los últimos 5 años. Por lo tanto, ¿sigue teniendo sentido contratar a nuevos perfiles exclusivamente en función de su categoría profesional o sus títulos académicos?
Así, existen cuatro claves sobre cómo están evolucionando los procesos de selección en las empresas en la actualidad:
Cuanta mayor diversidad, mayor talento colectivo. Las compañías se deben abrir a la diversidad y tener presente en todo momento que las opiniones y las perspectivas de sus empleados contribuyen de forma positiva en hacer crecer el talento de sus equipos de trabajo y, en última instancia, aumentar los ingresos. Por lo tanto, la diversidad, así como la personalidad de los empleados, influye más que nunca en los procesos de selección, pues son, en muchas ocasiones, gran parte del éxito en el entorno laboral.
La inteligencia emocional. Será clave en los procesos de selección demostrar nuestras capacidades en inteligencia emocional, así como transmitir integridad. En esta materia, destacar nuestras ‘power skills’ será de gran ayuda, pues nos capacitan para comunicar, colaborar y liderar con efectividad. Añadirlas de antemano a nuestro currículum ayudará a destacar nuestro valor diferencial.
Experiencias laborales previas. Aunque no necesariamente determinante, la experiencia sigue cobrando gran importancia en los procesos de selección. Pero no solo se deberá explicar qué puestos de trabajo tuvimos en el pasado, sino también qué éxitos se lograron durante el desempeño del rol, qué obstáculos encontramos por el camino y qué hicimos para superarlos. El objetivo no será solo conocer más en profundidad al candidato, sino identificar habilidades que encajen con el puesto para el cual se postula.
Formación continua. Pasado el proceso de educación obligatoria y los estudios superiores o universitarios -en caso de poseerlos-, los reclutadores tienen más presente que nunca otros conocimientos y habilidades adquiridas a través de la formación. La continua formación refleja el afán de mejorar y estar siempre actualizándonos acorde al mercado laboral, lo que se conoce en inglés como ‘lifelong learning’, es decir, mantener un aprendizaje continuo de por vida teniendo en cuenta las demandas y requerimientos del mercado o la posición que ocupemos.
En definitiva, la formación continua y el resto de claves anteriores se posicionan como herramientas fundamentales para afrontar nuestro futuro profesional. Nos ayuda a ser más competitivos y a satisfacer las necesidades evolutivas que demandan las empresas en la actualidad. Y este factor es lo que va a garantizar, por encima de cualquier título o categoría profesional, gran parte de nuestra satisfacción laboral y nuestra empleabilidad a largo plazo.