Clara Sanz López, secretaria general de Formación Profesional del Ministerio de Educación, habla sobre la importancia de dicha formación en el mercado laboral actual. Una oferta formativa más flexible, acreditación de competencias permanente, orientación laboral y diálogo constante son las claves de la nueva ley de Formación Profesional, adaptada a la nueva realidad y al futuro que se prevé aprobar en el primer trimestre de 2022 tras un consenso inédito de lo grupos políticos del Parlamento
Atiende por teléfono desde Madrid después de que, en el último momento, se suspendiesen unas jornadas sobre la FP que iban a celebrarse el pasado viernes en Pontevedra y en las que iba a participar.
"Iré, seguro, afirma Clara Sanz López (Madrid, 1964), secretaria general de Formación Profesional del Ministerio de Educación y FP desde enero de 2020, aunque ya ocupaba un cargo similar -directora- desde julio de 2018.
El Consejo de Ministros aprobó el pasado mes de septiembre el proyecto de Ley Orgánica de Ordenación e Integración de la FP, que sustituirá a la ley vigente dos décadas después. Entonces calculaba que el trámite parlamentario concluiría a finales de año. ¿Se mantiene ese horizonte?
La próxima semana irá a aprobación en el pleno del Parlamento y después al Senado. Contamos con tener la ley orgánica aprobada en el primer trimestre de 2022. Y una cosa muy importante: en el dictamen preparatorio para el pleno este proyecto de ley no ha tenido ni un solo voto en contra por parte de ningún grupo. Es algo absolutamente extraordinario.
Continúa siendo entonces una ley de consenso, como esperaba. ¿Cuál es el secreto?
Realmente esta ley es el fruto del trabajo de tres años y medio. Desde que llegamos a la Secretaría en 2018 se han ido tejiendo alianzas para ver cual era la necesidad, trabajando mucho con las empresas, con las organizaciones empresariales, con los interlocutores sociales, un buen número de pymes, fundaciones... También con las administraciones autonómicas. Al final es una ley muy debatida. El secreto del consenso es que ha nacido del acuerdo y de conseguir dejar de lado las cosas en las que hay diferencias de criterio. Hemos conseguido crear lo que de verdad necesita la Formación Profesional de este país, que es determinante para el crecimiento económico y para el empleo.
"Esa percepción social de la Universidad como ascensor social en su momento funcionó, pero la realidad ya no es la misma"
La nueva ley, a grandes rasgos, tendrá carácter dual, una oferta formativa más flexible e impulsará la acreditación de competencias, además de la orientación, entre otras novedades. Incluso la denominó como "una auténtica revolución". ¿Qué destacaría del texto?
Realmente es una revolución porque transforma completamente el modelo de formación. Ahora mismo la nueva economía transforma radicalmente el mundo del empleo y de las relaciones laborales tal como lo conocemos. Para eso nos estamos encontrando que hace falta, no solo estar formado al principio, sino a lo largo de toda la vida, porque nadie puede seguir siendo empleable si no se sigue formando. Los cambios son cada vez más rápidos, así que necesitamos una FP que acompañe a las personas desde su escolaridad obligatoria y a lo largo de su vida laboral. Es lo que hace esta ley.
¿De qué manera?
Diseña un sistema en el que cada persona, en cualquier momento de su vida, va a encontrar lo que necesita para seguir formándose. Plantea una formación en distintos grados, siempre ascendentes, de manera que toda la formación sea acumulable, acreditable y en función de las necesidades de cada uno pueda optar a una formación más grande, si es un estudiante de 18 años, por ejemplo. Pero si es un trabajador de 45, con una familia, probablemente no esté en condiciones de hacer una formación enorme, pero sí una de 50 horas. Y sumada a la siguiente irá progresando. Hay todo un abanico de formaciones muy flexibles. Esa es la gran transformación de la ley, además de incorporar la calidad a la FP. Hablamos de la corresponsabilidad de los centros con las empresas. Ellas son las que han de decirnos que perfiles profesionales necesitan y que necesitan que sepan los trabajadores, para formarlos en eso. Eso es el carácter dual, que se plantea en dos intensidades.
"El 50% de la población activa en España no tiene acreditadas las competencias profesionales y eso la hace muy vulnerable"
¿Cómo se solucionará la acreditación de competencias?
La acreditación de competencias es otro gran elemento. En España, ahora mismo, la mitad de la población activa no tiene acreditadas las competencias profesionales que ha adquirido trabajando y eso hace que sea muy vulnerable, sobre todo en época de crisis. Hemos transformado el sistema de acreditación convirtiéndolo en un proceso abierto permanentemente. Cualquiera puede pedir que se le acredite lo que sabe, porque es el punto de partida para seguir formándose y ascendiendo en su itinerario profesional.
Y aquí se encaja también la necesidad de orientación laboral.
Para la complejidad del mercado laboral, como van a ir cambiando los empleos, hace falta un sistema de orientación muy potente para acompañar a aquellas personas que necesiten asesoramiento para ver donde tienen más posibilidades de inserción laboral, si tienen que cambiar de sector, si cambian las tareas de su puesto de trabajo... Hace falta un sistema de orientación personal para todos, tanto para los jóvenes como para trabajadores o desempleados, para acceder a empleos más estables y con más calidad. En España tenemos un problema, que frente al desempleo juvenil, las empresas nos dicen que no encuentran profesionales formados para cubrir sus puestos de trabajo. Necesitamos técnicos medios y superiores. La ley hace posible que desaparezca ese enorme desajuste entre la formación que tiene la población trabajadora y la que de verdad necesitan los sectores productivos. De la cualificación de los trabajadores intermedios es de lo que va a depender el crecimiento de la economía y el aumento de la productividad de nuestras empresas, que tienen que crecer mucho con respecto a las de otros países, y eso pasa necesariamente por la formación de los trabajadores. Por eso la FP se ha convertido no en la prioridad de este Ministerio, sino del Gobierno, porque está en juego el crecimiento económico y la creación de empleo de calidad.
El porcentaje de estudiantes de la FP en España no deja de crecer. Tampoco en Galicia, donde se alcanzó el 38,34 % en el curso 2019- 2020. También crece la inserción laboral, pero a veces ni siquiera se cubre la demanda de empleos. ¿Se puede decir que la FP se ha liberado de ese sambenito de alternativa pobre a la Universidad?
Claro. Estamos en el camino. Eso era una irregularidad con respecto a lo que pasaba en el resto de países europeos, donde la FP era una opción fantástica. Sin embargo aquí hemos tenido siempre esa percepción social de que era una opción de segunda. Ahora ya se está empezando a ver que es una opción de éxito absoluto y la que mayor empleabilidad tiene. De hecho, hay muchos titulados universitarios que van a FP para tener acceso al mercado laboral. Desde que pusimos en marcha el primer Plan Estratégico de Formación Profesional, hace tres años y medio, la matrícula en FP ha crecido un 20%. Este último año un 10%. En todas las comunidades, también Galicia, crece mucho. El Ministerio está fi nanciando a las comunidades autónomas para que creen nuevas plazas, para que formen al profesorado, para que pongan en marcha procedimientos para acreditar las competencias, para crear aulas de emprendimiento en los centros de FP, aulas de digitalización aplicada, para hacer centros bilingües... En 2020 y 2021, dentro del Plan de Modernización de la Formación Profesional, en Galicia hemos financiado en el ámbito de la FP más de 35 millones de euros, solo para esta transformación. Y para la formación de trabajadores, tanto ocupados como desempleados, en 2021 se han destinado más de 66 millones de euros. Estamos haciendo una inversión histórica en colaboración con las comunidades y por eso en todas está creciendo el número de estudiantes de FP, porque se están creando nuevas plazas, se están acreditando competencias, se están modernizando los centros y creando nuevas titulaciones ligadas a ámbitos emergentes, desde robótica colaborativa a ciberseguridad, redes 5G, realidad virtual aumentada en los vehículos eléctricos... Además de incorporar lo que ya hay, se está construyendo el modelo hacia el que vamos con esta nueva ley.
"Tenemos un problema ya mismo con una generación al borde de la jubilación y sin gente cualificada para sustituirla"
¿La FP no ha logrado hasta ahora avanzar en consonancia con la modernización de la sociedad?
No somos conscientes de la rapidez de los cambios, pero son vertiginosos. Y no solo afectan a los sectores que pensamos que están más vinculados a lo digital, sino a todo. Desde el sector sanitario al agrícola, porque ya no se cosecha como antes, sino con un dron, por ejemplo. Todos los profesionales tienen que ir aprendiendo nuevas competencias porque el mundo laboral va a ser completamente distinto. Nos estamos jugando la economía del país, el bienestar social. Si actualizamos la formación al mismo ritmo que avanzan las transformaciones tecnológicas vamos a seguir en paralelo. Tenemos que correr más y anticipar los cambios. La intención es crear un sistema tan ágil que nos permita anticiparnos y eso lo podemos hacer con las empresas, las que saben qué perfiles se necesitan. Y otra cosa muy importante es la innovación y la investigación aplicada. Los centros de FP tienen que transformarse para ser núcleos de innovación para las empresas de su territorio. Las grandes ya tienen sus departamentos de investigación y tienen muy claro el papel de la FP, por eso están trabajando con nosotros. Es muy importante que las pymes y las microempresas, que hay tantas en Galicia, entiendan que en muchos casos su supervivencia pasa por la innovación y por aproximarse a la FP, haciendo un proyecto de innovación donde pidan al centro que investigue sobre como mejorar una determinada maquinaria o como simplifi car un proceso productivo para reducir costes. Intentamos que los centros de FP sean dinamizadores del tejido productivo, generadores de emprendimiento, promuevan la creación de pequeñas empresas... Un punto de referencia para ayudar a la población de ese territorio.
¿Podría decirse que España necesita más titulados en FP y menos universitarios?
Creo que la formación no estorba nunca. Sí a lo primero, por supuesto, necesitamos duplicar los titulados en FP. Hasta hace un año, según todos los análisis que hacíamos a nivel europeo, en España en torno a la mitad de los puestos de trabajo requerirían esa titulación intermedia de FP. Ahora estamos hablando de que el 60% de los empleos van a requerirla. Frente a eso, estamos en un 25%. No hablaría de que sobran titulados universitarios, si no de que la estructura de formación de nuestros trabajadores está un poco desajustada, lo que hace que muchos universitarios estén ocupando puestos no ajustados a su formación. Eso genera un coste añadido a la empresa, que tiene que formarlos para lo que tienen que hacer. La otra consecuencia es que genera frustración a nivel personal. Alguien que se ha formado para ser técnico superior de Mecatrónica es buen mecatrónico. Un ingeniero será un excelente profesional si ocupa un puesto ajustado a su preparación. Nos faltan muchísimos titulados en FP.
Y a medio plazo, teniendo en cuenta la bajada de natalidad, ¿se agravará esta situación? ¿Habrá que apuntar mejor a la hora de formarse?
Precisamente tenemos ya mismo un problema que es la renovación generacional. Hay una generación al borde de la jubilación y no tenemos gente cualificada para sustituirla. Es un problema enorme. Por eso la apuesta del Ministerio por financiar la creación en cuatro años [2020-2024] de más de 200.000 nuevas plazas. De hecho hay que negociar con muchas empresas que no contraten estudiantes sin que tengan el título. Hay un cien por cien de empleabilidad en un número importantísimo de titulaciones de FP y a veces no encuentran trabajadores. Y cada vez será más complejo por esa bajada de natalidad y, por tanto, las generaciones van a ser más cortas. Necesitamos ajustar bien. ¿Qué pasa? Esa percepción social de la Universidad como ascensor social funcionó en su momento, pero ya no es así. La realidad ya no se parece en nada a la de hace 20 o 30 años. Si seguimos haciendo lo mismo con una realidad diferente, nos encontramos con toda esa cantidad de titulados universitarios que no encuentran acceso laboral. Y el cambio pasa por entender que la formación profesional es una opción de primer nivel, tanto para acceder al empleo como para continuar el itinerario formativo y llegar a la Universidad si se quiere. No se parece en nada a la idea de hace décadas, de que la FP era alguien con un mono azul lleno de grasa.
Hablaba de crear 200.000 plazas nuevas hasta 2024. ¿Se están cumpliendo los objetivos?
Sí, de hecho, se están superando, porque las habremos creado ya en 2023; ahora vamos ya por las 120.000. Estamos corriendo mucho porque no hay tiempo que perder. Los centros de Formación Profesional tienen que tener incorporadas las tecnologías dentro de la formación para los futuros profesionales. Por ejemplo, la realidad inmersiva, que nos puede parecer de ciencia ficción, donde con unas gafas se ve como baja el motor de un avión dentro del aula, ya es una realidad en alguno de los centros. No hablamos de futuro, hablamos del hoy de la FP. Ahora hay que darle un marco normativo estable, que es lo que hace la nueva ley.