Recientemente, esta entidad ha organizado la jornada Reflexiones sobre el impacto de la Nueva Ley Orgánica de FP en el entorno empresarial, para analizar y debatir sobre los retos y oportunidades que ofrece la Formación Profesional a las empresas y viceversa a partir de la nueva Ley de FP.
¿Qué retos cree que hay que afrontar para mejorar la calidad y prestigio de la FP en España?
No existe una variable única que sirva para mejorar la calidad de la FP, si bien pasa por un mayor acercamiento de la FP al mundo de la empresa, reto que la reciente reforma ha tratado de una forma acertada.
No obstante, no comparto la idea de que en España tengamos una FP con escaso prestigio. Muy al contrario, considero que nuestro modelo de FP tiene unos niveles óptimos de calidad que la hacen que esté a la altura de los países de nuestro entorno.
Cuestión distinta es que debamos seguir trabajando para mejorar la imagen social que, sobre la FP, tienen las familias, los alumnos, los propios docentes, las empresas y la sociedad, en general, de forma que se perciba como una "primera opción" y no como una "vía secundaria". Para ello, y entre otras muchas cuestiones, debemos seguir mejorando la orientación profesional y conectándola aún más con la FP como una alternativa a otros estudios, siendo complementarios entre sí, y nunca sustitutivos.
Asimismo, debemos conectar dicha orientación hacia las ocupaciones con mayor inserción laboral atendiendo a las demandas de las empresas.
¿Cuáles son las principales oportunidades que aporta la Formación Profesional a las empresas en términos de competitividad y productividad?
La Formación Profesional presenta importantes oportunidades para las empresas, entre otras muchas razones porque en ella se desarrollan las "competencias profesionales", sin que podamos obviar que es precisamente en el ámbito empresarial en el que se identifican, demandan, retribuyen, evalúan, etc. dichas competencias profesionales.
La FP actual es muy inmediata, de elevado impacto y está mucho más ligada a las necesidades del tejido productivo que otro tipo de enseñanzas. Son estudios que tienen una duración más ajustada que, por ejemplo, los universitarios, lo que facilita una mayor adaptación al constante cambio que estamos sufriendo en el ámbito empresarial.
Además, los estudios de FP han ido avanzando en el campo de las nuevas tecnologías, siendo precisamente éste uno de los que mejor acogida tiene entre nuestras empresas dada la creciente necesidad que hay de este tipo de profesionales.
Precisamente por ello, recientes informes del Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional (Cedefop) apuntan en España a una creciente demanda de cualificaciones de nivel intermedio y superior, al menos, hasta el 2025, y una disminución de la demanda de trabajadores con bajo nivel educativo. Esta demanda coincide con los mandos intermedios y los técnicos cualificados, es decir, los técnicos medios y los técnicos superiores de la FP.
Pero al margen de lo que puedan indicar diferentes estudios, esto es una realidad en nuestro país. Los egresados de FP ya presentan mejores ratios de empleabilidad que los de otro tipo de estudios y ello se debe a que las empresas necesitan estos perfiles profesionales para la mejora de su competitividad. Como siempre decimos desde CEOE, no pueden existir empresas competitivas si sus equipos humanos no son competentes.
¿Y qué ventajas aporta la FP a las personas que la estudian?
Los estudiantes FP reciben una formación que les permite una incorporación más rápida al mercado de trabajo, tal y como demuestran los datos de inserción laboral. Se trata de una formación eminentemente práctica y conectada con la realidad empresarial.
Asimismo, y teniendo en cuenta que en la actualidad toda la FP será dual, no sólo adquirirán competencias específicas de la profesión elegida sino también otras de carácter general (ej.: trabajo en equipo, liderazgo, puntualidad, etc.), es decir, lo que se viene denominando como "competencias blandas" o soft skills.
Este paso por la empresa va a generar un alto nivel de motivación del aprendiz por la formación que reciba, entre otras muchas razones, por la posible incorporación posterior a la misma o la compensación económica que pudieran percibir, en su caso.
¿Cuál es su opinión general sobre la nueva Ley de Formación Profesional?
Sin duda alguna, estamos ante una reforma profunda y valiente, y mi valoración es positiva, aunque soy consciente de que no va a ser nada sencillo poder llevarla a cabo, por lo que se necesita la máxima colaboración, participación y protagonismo del mundo empresarial.
Esta Ley recoge muchas de las propuestas que históricamente se venían trasladando desde el ámbito empresarial para acercar aún más la FP a las necesidades del tejido productivo, como pudieran ser una mayor participación de los interlocutores sociales en la gobernanza del sistema, el impulso de la FP dual o la vinculación de los centros de formación con las empresas.
Asimismo, se recogen otras cuestiones relevantes para las empresas, como es la integración de todo el sistema de FP en uno único, lo que facilitará a los trabajadores el poder diseñar y realizar sus propios itinerarios formativos acumulando a lo largo de diferentes periodos de su vida laboral las distintas acreditaciones profesionales que vayan obteniendo.
La revisión del actual modelo de orientación profesional o el de acreditación de las competencias profesionales adquiridas por la experiencia son también dos novedades que valoramos positivamente de esta nueva Ley.
Por último, cuestiones como la promoción de la innovación y el emprendimiento; la internacionalización de la FP; su interrelación con el sistema universitario o la mejora de la colaboración público-privada son propuestas que históricamente venimos haciendo y que, por fin, se incorporan en esta Ley.
En cualquier caso, y teniendo en cuenta que se trata de una Ley Orgánica y, por tanto, poco reglamentista, es necesario atender al proceso posterior de desarrollo normativo para ver cómo se va a poner en marcha.
¿Cuáles son los cambios introducidos por la nueva Ley de Formación Profesional que destacaría por su mayor impacto en las empresas?
La nueva Ley de FP incorpora muchos cambios, habiéndose definido un auténtico nuevo modelo que, si bien valoramos positivamente, somos conscientes de que no deja de ser complicada su implementación posterior.
Son muchas las novedades que, tal y como he indicado anteriormente, me gustaría destacar, como es el hecho de que ordena, integra y describe todo el sistema de Formación Profesional; generaliza el carácter dual de la FP; regula las diferentes modalidades de impartición; da un impulso a la acreditación de competencias y al sistema de orientación profesional; incorpora la innovación, la investigación aplicada, la digitalización, la sostenibilidad y el emprendimiento a todas las formaciones; integra la internacionalización en la FP o estrecha las relaciones entre FP y universidad, entre muchas otras.
Y todo ello no podría desarrollarse sin una bien entendida corresponsabilidad entre los centros de formación y las empresas.
¿Cuáles son los principales retos que enfrentan las empresas en la implementación de la nueva Ley de Formación Profesional y cómo pueden superarlos?
Desde CEOE somos conscientes de que sin empresas no puede haber Formación Profesional, aunque también es cierto que nos vemos obligados a afrontar importantes retos en la implementación de esta nueva FP, siendo el más importante el de poder acoger a casi un millón doscientos mil alumnos en un tejido empresarial caracterizado por el reducido tamaño de nuestras empresas.
Para ello, se tiene que seguir avanzando en hacer más atractivo a las empresas el poder acoger a las personas que estudian un ciclo de FP, mediante medidas dirigidas a reducir la burocracia y mejorar la flexibilidad del modelo. Asimismo, hay otras cuestiones que deben seguir optimizándose, como son los instrumentos que vinculan a los jóvenes con las empresas (contrato formativo y/o beca); el impulso de las figuras del tutor de centro y la del tutor de empresa o el hecho de poner en marcha programas con ayudas para las PYMES, entre otros muchos.
Para avanzar en estos retos, el mundo empresarial debería tener mayor presencia en los mecanismos establecidos para anticiparse a las necesidades formativas demandadas por las propias empresas y, más concretamente, en la multitud de observatorios de prospección estatales y autonómicos que ya existen, como son los del INCUAL, el SEPE, organismos paritarios sectoriales de FUNDAE, etc.
Resulta imprescindible la participación de los empresarios e interlocutores sociales en el diseño de las nuevas cualificaciones, títulos de FP y certificados profesionales, permitiendo así agilizar su creación y revisión.
Por último, considero que, para poder enfrentar estos retos, es indispensable seguir impulsando los denominados "organismos intermedios en la FP" (ej.: organizaciones empresariales territoriales o sectoriales), que ya vienen realizando una importante actividad desde hace años facilitando que la FP crezca en cada sector o territorio al que representan.
¿Cómo se puede fomentar una mayor colaboración entre las empresas y los centros de formación profesional para mejorar la calidad de la formación y satisfacer las necesidades del mercado laboral?
Uno de los elementos clave de la nueva Formación Profesional es la obligada corresponsabilidad que comparten los centros educativos y las empresas en el desarrollo de ésta, realizándose actividad formativa tanto en unos como en los otros, lo que sin duda contribuye a una mayor vinculación entre el tejido empresarial y el ámbito educativo.
Para poder avanzar en la mejora de la calidad de la FP, y tal y como he señalado anteriormente, sería necesario impulsar la creación de "estructuras intermedias" que colaborasen en su correcto desarrollo y que sirviesen de nexo entre las empresas, los centros de formación, los aprendices y las propias administraciones.
Estas organizaciones son las que agrupan a empresas, ya sea de manera sectorial o territorial. En concreto, se trata de asociaciones, federaciones y confederaciones, cámaras de comercio, clústeres o gremios; y están llamadas a tener un papel fundamental en el desarrollo presente y futuro de la nueva FP en España y serán elementos que contribuirán a la dinamización de la colaboración entre los centros de formación y las empresas.
¿Qué medidas cree que deberían adoptar las empresas para promover la formación continua de sus trabajadores y mantener su competitividad en un entorno empresarial cada vez más globalizado y exigente?
Era previsible que los cambios tecnológicos, la globalización económica y la evolución demográfica iban a provocar cambios decisivos en los sistemas productivos y en los mercados de trabajo, pero lo que no resultaba tan evidente era que esto fuera a ocurrir de forma tan acelerada y con la extensión y profundidad que ahora conocemos.
Ningún país podrá tener garantizado un futuro de prosperidad y bienestar si no se ha dotado previamente de un sistema de formación en el trabajo que le permita abordar en cada momento y en cada sector los cambios que permanentemente tendremos que afrontar y a los que habrá que dar una respuesta adecuada.
Sin embargo, el cada vez más rápido cambio de la estructura sectorial del empleo que nuestro país viene registrando está evidenciando la inadecuación de las cualificaciones. Además, el bajo nivel general de cualificación dificulta la transición hacia actividades de mayor valor añadido e impide el crecimiento de la productividad de nuestras empresas.
El actual modelo de formación en el trabajo que tenemos en España no puede considerarse homologable al de los países europeos de referencia y presenta importantes problemas, por lo que resulta urgente una reforma en profundidad de este para mantener la competitividad empresarial en un entorno empresarial cada vez más globalizado y exigente.
En la actualidad, y desde hace más de dos años, hay constituida una Mesa de Diálogo Social tripartita (Gobierno, sindicatos y patronal) en la que precisamente se está negociando una reforma en profundidad de dicho sistema con el objetivo prioritario de contribuir a mejorar la cualificación de los trabajadores y la competitividad de nuestras empresas.
¿Qué importancia tiene que las empresas se impliquen en la orientación académica y profesional de las personas? ¿Qué acciones podrían realizar para contribuir a la orientación de los jóvenes y adultos?
Existe un amplio consenso a la hora de identificar la orientación profesional como una de las herramientas más poderosas para reducir los desajustes entre formación y empleo, si bien es cierto que en nuestro país conviven dos modelos distintos de orientación: el educativo y el laboral.
En el ámbito educativo, nuestro sistema se ha centrado durante mucho tiempo en la orientación educativa o psico-pedagógica en detrimento de la orientación profesional, y esa insuficiente orientación sobre los estudios futuros ha privado a muchos alumnos de la información necesaria e imprescindible para hacer una elección profesional fundada. En cuanto a la orientación del sistema laboral, hay que tener en cuenta que está comprendida dentro de la definición de "políticas activas de empleo", limitándose básicamente a intentar encontrar trabajo a los desempleados, más que a la información y orientación profesional propiamente dicha de cualquier trabajador, y con un amplio abanico de entidades que lo prestan (Servicios Públicos de Empleo, agencias privadas de colocación, ayuntamientos, etc.).
Por ello, desde el mundo empresarial se considera muy relevante que se establezca un único sistema de información y orientación profesional integral dirigido a padres/madres de familia, estudiantes, profesores, empleadores y trabajadores, que movilice los recursos asociados a los orientadores de centros educativos y universidades, al personal del Servicio Público de Empleo Estatal y a las agencias privadas de colocación y, cómo no, que tenga como protagonistas a las empresas. Todo ello, con el fin último de facilitar la transición de la educación al empleo y de reducir los desajustes entre la oferta de las cualificaciones y las demandas de los sectores productivos.
La implementación de este sistema integrado de orientación buscaría aumentar la colaboración con las empresas para conectar oferta y demanda, y para atender las necesidades del mercado laboral, y esto supondría integrar cuatro subsistemas que actualmente estructuran la información y la orientación de manera muy diferente y poco coordinada, como son el educativo (incluyendo FP y universidad); el de Formación Profesional para el empleo; el sistema público de intermediación y análisis del mercado laboral y el privado de oferta e intermediación laboral.
Mientras esto no se produzca, continuaremos teniendo un sistema de orientación ineficiente en el que las empresas tienen escasa o nula presencia.
Fuente: Educaweb.