La avalancha de oposiciones que están elevando el interés por el empleo público empieza a desbordar a las academias y a los preparadores, que están redoblando esfuerzos a través de sus jefes de estudio y orientadores para poner las cosas en su sitio y, defendiendo su negocio, no despertar falsas expectativas. El pasado mes de julio, el gobierno lanzó la mayor oferta de empleo público de la última década. En total, se han convocado más de 30.400 plazas que se concentrarán principalmente en la Administración General del Estado. En los próximos años, hasta el 2030, se producirá el relevo de unos 900.000 puestos en toda España.
Las oposiciones se han convertido es la gran esperanza de muchos españoles. Asegurarse la vida con un puesto fijo en la Administración, ya sea local o estatal, ha sido siempre el gran objetivo de gran número de españoles, independientemente de cual sea su nivel de estudios. Estas nuevas convocatorias van a tener, sin embargo, un elemento que puede considerarse en cierta medida nuevo.
Las dos crisis, la financiera y la provocada por la pandemia que todavía estamos sufriendo, han propiciado la aparición de un nuevo perfil de opositor, más entrado en años, con trabajo o sin él, y con algo menos de formación. Son esos los que requieren más ayuda por parte de los orientadores. ¿Cuáles son sus inquietudes ante una oposición? Por orden, la probabilidad de éxito teniendo en cuenta las capacidades, la competencia y las circunstancias personales; la fecha estimada de la oposición, porque no todo el mundo tiene disponibilidad indefinida y hacen falta horizontes más o menos firmes; y las consecuencias de desplazamiento geográfico que tendrá conseguir la deseada plaza.
Una elección clave
Si hay algo clave en la preparación de unas oposiciones es la elección del lugar dónde prepararse. El proceso de preparación es muy largo y por lo tanto durante el mismo, el candidato puede pasar por diferentes etapas, pudiendo caer en el desgaste mental y físico y en la desmotivación. En una buena academia, sus profesores y su personal son conocedores de ello y estarán constantemente pendientes del candidato para apoyarle y animarle, así como para poner a su disposición todos los medios necesarios para superarlo.
Con el boomm de la formación a distancia hay oportunidades más económicas y flexibles, con la contrapartida de no tener asesoramiento directo de formadores que no conocen la realidad territorial, por lo que tendrán más complicado recomendar procesos en entidades locales o autonómicas, o universidades. Hay academias que han optado por especializarse en determinadas disciplinas, como las sanitarias, o las que se centran en puestos relacionados con las fuerzas de seguridad.
Perfiles diferenciados
La estabilidad laboral de la que disfrutan los funcionarios es un reclamo importante para jóvenes, recién titulados, desempleados, padres y madres o personas cada vez más mayores que no quieren descolgarse de un mercado laboral muy frágil.
Las academias detectan entre sus estudiantes dos perfiles muy diferenciados: aspirantes jóvenes recién salidos de las facultades que tienen mucha confianza en su capacidad de estudio y altas expectativas laborales. Y personas trabajadoras o en paro que dejaron los libros hace ya bastantes años, lo cual les genera dudas sobre sus posibilidades de retomar el hábito del estudio, y que además que tienen una vida formada, con responsabilidades familiares, que puede condicionar su tiempo y su movilidad.
La mayoría de los opositores que acude a un centro de estudios o a un preparador tienen algo en común: necesitan una organización, tanto de horarios para estudiar en el día a día como, sobre todo, en la planificación de los temas de estudio hasta que llegue el día de la oposición.
Un verdadero trabajo
Mucha gente que se decide por preparar una oposición en realidad no sabe exactamente a lo que se enfrenta y en muchos casos trabajan o tienen responsabilidades que deben de compaginar con la preparación. Y es que preparar oposiciones es un trabajo. Aunque no existe una regla general, una carrera opositora puede variar en función de la plaza escogida, la dificultad y la competencia.
Hay que tener en cuenta que para preparar oposiciones de grupo C (exigencia de bachiller o, en algunos casos, tan solo educación secundaria) tan solo haría falta un año, pero para las de grupo A (el opositor debe ser titulado universitario) el tiempo podría incrementarse hasta más allá de tres años.