La formación bonificada contó con 4.841.385 participantes, mientras que la subvencionada solo llegó a 393.723 personas y representó el 30% de las horas.
La formación de trabajadores, como una gran cantidad de sectores profesionales, sufrió un parón tras la llegada del coronavirus que afectó tanto al sector privado como al público. Sin embargo, en 2021, las empresas comenzaron a recuperar la inversión en cursos para sus empleados, mientras que las convocatorias públicas siguieron estancadas.
En 2021, se formaron más de cinco millones de personas, trabajadores en activo y en desempleo, según los datos del último informe de la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo (Fundae).
El número de participantes se dividió de manera muy desigual entre la formación bonificada, aquella que es programada por las empresas con la ayuda en forma de bonificaciones por parte de la administración, y la formación subvencionada. La primera concentró el 70% de las horas de formación y a 4.841.385 participantes, mientras que la segunda solo tuvo el 30% de las horas totales y a 393.723 personas.
Además, debido a los retrasos habituales en la implementación de los programas estatales de formación, sumados a la ampliación de plazos por la pandemia de covid-19, la mayoría los cursos de formación subvencionada procedían de la convocatoria del año 2018. En concreto, cerca del 90% de los participantes provenían de la convocatoria de Programas 2018 y alrededor de un 9% de la convocatoria Programas de formación en competencias digitales 2018 (TIC-2018), según los datos que proporciona Fundae.
Así, mientras las empresas recuperaban su inversión en formación, en 2021 no se convocaron programas subvencionados. La convocatoria llegó casi en 2022,en los últimos días de diciembre de 2021, por lo que se espera que comience a funcionar en 2023 o incluso 2024, según explica a THE OBJECTIVE José Sancho, director de un centro de formación. «Normalmente la ejecución inicial es en un año, pero luego pasan 18 e incluso 24 meses si son convocatorias muy grandes, de muchos alumnos», especifica.
«En la iniciativa de formación programada por las empresas, este ha sido el año de la recuperación, después de la caída de los principales indicadores como consecuencia de la crisis sanitaria de 2020. Los resultados son muy positivos al incrementarse el número de empresas, si bien este no supera aún los datos prepandemia, mientras que los participantes aumentan un 25% respecto a 2020 y un 5% con relación a 2019″, dicen desde Fundae.
El sector pide una reforma de la ley para evitar el retraso en la formación
Este retraso en la ejecución de los programas ya aprobados genera problemas tanto para las empresas que imparten los cursos de formación como para las personas que se benefician de ellos, apunta Sancho.
Para las entidades de formación es un desajuste, por supuesto, porque no cuentan con una periodicidad asegurada de su oferta. Pero los grandes perjudicados son los trabajadores a quienes va destinada la formación, insiste Sancho, y es que al haber tanto retraso entre la aprobación del programa y su ejecución, las necesidades del mercado pueden cambiar y que la oferta no se ajuste finalmente a estas.
«Hacerla recurrente haría que hubiese mucha más cercanía entre la oferta formativa y la necesidad que hay en el mercado para las empresas y trabajadores», opina Sancho.
Por eso, desde el sector confían en que llegue una esperada reforma de la Ley 30/2015, por la que se regula el Sistema de Formación Profesional para el empleo en el ámbito laboral, con la que se establecería un sistema anual de convocatorias, que serían programadas y ejecutadas en un periodo de tiempo determinado.
«Hay un compromiso, también hay que decirlo, por parte de la administración», defiende Sancho, que considera que esta reforma «sería interesantísima para el sector y para todos los beneficiarios de estas subvenciones». «Hay una luz para sistematizar todo y que también en el sector sepamos que la periodicidad existe y que lógicamente sea una actividad recurrente».
Las diferencias también se ven por comunidades e incluso por género
Más allá de las diferencias entre las empresas y los servicios de empleo a la hora de generar oferta formativa, el informe de Fundae también registra los datos por comunidades autónomas, donde se puede ver que algunas optan mucho más por la formación de los trabajadores.
En concreto, Madrid y Navarra son las que obtienen una mayor tasa de cobertura, 9,1 y 5,4 puntos por encima de la media nacional, respectivamente. En el otro extremo respecto a la media, que se sitúa en un 36,7%, se encuentran Ceuta, Melilla y Extremadura, que continúan en la línea de los anteriores años.
En cuanto al género de los participantes en los cursos, en los programados por las empresas hay poca diferencia, con un 52,5% de hombres y un 47,5% de mujeres. Sin embargo, la situación se invierte si hablamos de formación subvencionada, donde son las mujeres quienes más participan, con un 58,8% del total y un 59% de las horas de formación.
En cuanto a la situación de los participantes en estos últimos cursos, el 75% son personas ocupadas y un 25%, desempleadas.